Capítulo 4: Recordándote...

Se hacía tarde. Hoy no podía hacer nada más.
Andando, bajo la luz de la luna, veía a las personas pasar tras de mí, con una alegre mueca en su rostro. Yo, con la cabeza cabizbaja, cerré los ojos.
No entendía nada de lo que estaba ocurriendo. Ni tampoco me explicaba qué podía ser la solución a aquellas fotografías.
Un suspiro del cielo llegó a mi cara, y yo, intentando dejarme de aquellos pensamientos depresivos, sentí aquella brisa de invierno, en la cual mi vida... iba a terminar.
No tenía ninguna posibilidad de salir vivo de esta situación.
Me acordé de ella. De Layla. Aquella que sacrificaba cada parte de su cuerpo por hacerme feliz. Por no tener miedo al futuro.
Maldita sea el día en el que nos separamos.
Sus ojos, su mirada, su pelo... todo tan perfecto... Pero su corazón era lo más bonito que tenía. Un corazón de cristal, el cual yo lo guardaba como un tesoro. Ahora, ese tesoro se ha ido desvaneciendo de mi mente poco a poco, hasta que...
Me pareció ver la cara de ella. Se alejaba hacia una tienda. Con los ojos abiertos, intenté seguirla, y la espié.
Sin duda era ella.
Intenté saludarle, pero de repente miró el reloj y se puso a corer.
Llegó a una estación de tren, y yo... vi cómo entraba a él.
Cuando iba a poner rumbo a un nuevo lugar, me vio tras el cristal. Yo le dije adiós, con lágrimas en los ojos, aquellas lágrimas que ella nunca quiso ver. Ella me vió... y alargó su mano por la ventana, intentando tocarme. Yo corrí y corrí, pero el recorrido para peatones se terminó... y vi como se alejaba de mí...
Se había ido Layla... y yo, no tenía nadie con quien ir ahora.

Mi estómago rugió nuevamente, y sin tener esperanzas de sobrevivir mucho tiempo más... empecé a dormir, escuchando en mi mente, la voz de Layla.

Continuará...

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